
Ni China ni Vietnam: el país europeo donde se come carne de perro y el Rottweiler es un manjar
Suiza permite el consumo de carne de perro sin restricciones legales directas, aunque su comercialización está prohibida. En algunas regiones, el Rottweiler es especialmente apreciado como alimento.
Suiza y la carne de perro: una práctica legal pero controvertida
El consumo de carne canina es una costumbre que muchos asocian con países asiáticos, sin embargo, Suiza también permite esta práctica sin restricciones legales directas. Aunque su comercio es ilegal, la legislación suiza no penaliza a quienes decidan consumirla.
Una tradición arraigada en los Alpes
Según el medio Noticias Univision, en algunas regiones alpinas de Suiza, el consumo de carne de perro sigue presente dentro de ciertas comunidades. No existen cifras oficiales sobre su prevalencia, pero testimonios locales aseguran que la práctica persiste en pequeños círculos.
La carne de Rottweiler, la más valorada
Dentro de esta tradición, la carne de Rottweiler es especialmente apreciada. Aunque la cría de estos perros para consumo humano no es una práctica extendida, algunos pobladores consideran que su carne posee un sabor y textura particulares que la hacen deseable en ciertas recetas caseras.
Normativas de bienestar animal
Las regulaciones suizas establecen que los animales destinados al consumo deben ser sacrificados sin provocar sufrimiento innecesario. Sin embargo, grupos animalistas han denunciado que la falta de una prohibición expresa permite vacíos legales que pueden derivar en maltratos.
Un debate ético y cultural
El consumo de carne de perro genera un fuerte debate ético y cultural. Mientras en algunas partes del mundo es visto con horror, en otras se percibe como una tradición culinaria. Organizaciones defensoras de los derechos de los animales han solicitado cambios legislativos para prohibir definitivamente esta práctica en Suiza.
Aunque el comercio de carne de perro está prohibido en Suiza, su consumo sigue siendo legal, lo que genera controversia a nivel internacional. La ausencia de una regulación clara mantiene abierto el debate sobre la necesidad de cambios en la legislación para alinear al país con otros estados europeos que han prohibido expresamente esta práctica.